A caballo entre la tradición latino-americana y la europea, en opinión de uno de sus principales comentaristas, Gerardo Vacana, la estilizada voz poética de Carlos Vitale alcanza la línea de la pura esencialidad. Esencialidad que produce sensación de vértigo, de caída en círculos concéntricos, en los que un yo, desasido, se interroga acerca de lo que no sabe, de lo que no posee, de lo que no es y de donde no está; todo, desde la perspectiva de esas sucesivas máscaras, que habitan el poeta, y van manifestándose inopinadamente a medida que el lector se adentra en sus páginas. Intensidad conceptual, luminosa revelación de lo que pasa desapercibido, asombrosa capacidad de concentración en universos cerrados de apenas una docena de palabras. Fragmento del prólogo de Luisa Cotoner a Unidad de lugar Con qué código elegirás tu sol la buena semilla el día más sano * Quien dirá lo que callen mis palabras lo que no diga mi voz lo no nombrado * Nada ha cambiado Sólo el
El blog de Rodolfo del Hoyo