Kalimán es un héroe de cómic que nació a principios de los años sesenta en Méjico y que hoy es famoso en toda latinoamérica. Pero Kalimán es también el nombre con el que un pelao de las calles llama a Santiago, el protagonista de la novela juvenil Kalimán en Jerico, de Àngel Burgas. Para el autor, los pelaos de las calles son los héros de Medellin, tal como figura en el subtítulo.
Los pelaos son niños que sobreviven o malviven en las calles de Colombia sumergidos en el mundo del crimen, la prostitución y la droga. Cuesta explicar las historias de estos muchachos, a veces de una crueldad inimaginable, sin que algo se te rompa por dentro, porque las historias que narra Àngel son reales y los chicos también los son. Yo mismo pude escuchar sus voces grabadas el día de la presentación del libro y os aseguro que el silencio en que se sumió la libreria Abracadabra de Barcelona fue estremecedor y muy emotivo. A Àngel también se le rompió algo por dentro cuando les conoció.
En agosto de 2011, Àngel Burgas viajó a Medellín con un programa de la Fundació Jordi Sierra i Fabra, escritor a quien algún día habrá que hacerle un homenaje para reconocer su labor literaria y su labor solidaria. Àngel tuvo un apretado programa de trabajo en el cual se incluyó una visita a la Fundación Faro, en Jericó, donde los niños de las calles reciben tratamiento para reincorporarse a la sociedad. La mayoría lo consiguen y algunos de ellos después trabajan como voluntarios para ayudar a otros a salir del abismo.
Àngel quería explicar las historias de estos jóvenes como una denuncia ante nuestros ojos occidentales, como una ayuda, también, desde el otro lado del charco y como una necesidad vital de lanzar un grito de dolor íntimo. Y ese grito se ha convertido en una novela amarga y lírica a la vez, dura y llena de poesía, con un lenguaje tierno que es como una carícia que desde Barcelona se alarga hasta Jericó. Una novela que cruza muchas vidas tejidas con el hilo la experiencia de Àngel en aquellos días y su relación con la educadora Consuelo Marín "la del hablar poético", convertidos ambos en personajes literarios. A Àngel le llamaba Kalimán uno de los muchachos, porque en el poco tiempo que estuvo con ellos alimentó su alma con el espíritu de lucha y superación de los pelaos.
He disfrutado y he sufrido leyendo la magnífica prosa de mi compañero de letras. No podía ser de otra manera. Este libro deberían leerlo todos los jóvenes y los que ya no lo somos. Àngel se transfigura en Santiago, un entrenador de bàsquet que va a Medellín con una misión: "Llegué a Medellín buscando a Adrián y conocí a Nahum, a Hernán Darío, a Jonathan, a Víctor Manuel, a Fernando, a Juan Esteban, a Rubén Darío, a Wilinton, a Douglas, a José Daniel, a Ángel Antonio, a Julio y a Fabio. En Barcelona yo soy Santiago, pero aquí, en la Fundación Faro de Jericó, soy Kalimán, el héroe que escucha las historias reales de unos muchachos heridos, maltratados, desterrados de la buena vida. No se puede borrar lo vivido, y aprender a caminar de nuevo no es tarea fácil. Pero los pelaos de Faro también son Kalimanes, han abandonado la calle y las drogas y el malvivir para empezar a mirar el futuro con esperanza. Por todos ellos, Kalimán nunca se rinde."
La novela, publicada por la Editorial Bambú tiene unas cubiertas ilustradas por David de la Heras en la que un niño vuela como soñando por encima de los árboles. En su camiseta el dibujo de Kalimán.
La cubierta está inspirada en un pasaje de la novela donde Santiago se despide de Julio, uno de los pelaos: "Eligió un mirador con una sencilla barraca de madera en la que vendían refrescos. Una barandilla era la frontera entre nosotros y el paisaje abrumador que se desplegaba a nuestros pies. Contemplé los valles, las laderas, las cimas de los montes. Abajo, en un amasijo feliz de verdes, se extendían cerros, bosques y arboledas.
Le pregunté a Julio si, en caso de tener alas y poder volar, preferiría lanzarse desde el mirador hacia el cielo o si planearía como un águila hacia abajo, hacia el verde de las copas y los valles.
-Yo me tiraría en picado sobre los arbolitos -contestó sin dudar ni un segundo-. Buscaría una rama bien rica y construiría mi nido. Para que no me moleste nadie.
-¿Te quedarías solo? ¿Otra vez solito allá arriba?
-Sí, cierto. Solito. Como siempre. Ya estoy acostumbrado. que no me moleste nadie."
Àngel Burgas dice de sí mismo en el libro: "Escribo para jóvens y para adultos. Soy licenciado en Bellas Artes y durante unos años compaginé la pintura con la literatura y la docencia. Viví dos años en Berlín, ciudad a la que vuelvo periódicamente. Mis historias suelen abordar temas sociales como la inmigración, la diversidad y la justicia. Pertenezco al consejo de redacción de la revista sobre literatura infantil y juvenil Faristol y soy uno de los integrantes del bloc sobre LIJ "Llibres al replà". He recibido varios premios, entre los que destacan el Folch i Torres, el Joquim Ruyra y el Serra d'Or."
Pero si queréis profundizar en la figura del escritor, solo tenéis que hacer clic encima de su nombre. Veréis que tiene una amplia e interesante carrera literaria.
Los pelaos son niños que sobreviven o malviven en las calles de Colombia sumergidos en el mundo del crimen, la prostitución y la droga. Cuesta explicar las historias de estos muchachos, a veces de una crueldad inimaginable, sin que algo se te rompa por dentro, porque las historias que narra Àngel son reales y los chicos también los son. Yo mismo pude escuchar sus voces grabadas el día de la presentación del libro y os aseguro que el silencio en que se sumió la libreria Abracadabra de Barcelona fue estremecedor y muy emotivo. A Àngel también se le rompió algo por dentro cuando les conoció.
En agosto de 2011, Àngel Burgas viajó a Medellín con un programa de la Fundació Jordi Sierra i Fabra, escritor a quien algún día habrá que hacerle un homenaje para reconocer su labor literaria y su labor solidaria. Àngel tuvo un apretado programa de trabajo en el cual se incluyó una visita a la Fundación Faro, en Jericó, donde los niños de las calles reciben tratamiento para reincorporarse a la sociedad. La mayoría lo consiguen y algunos de ellos después trabajan como voluntarios para ayudar a otros a salir del abismo.
Àngel quería explicar las historias de estos jóvenes como una denuncia ante nuestros ojos occidentales, como una ayuda, también, desde el otro lado del charco y como una necesidad vital de lanzar un grito de dolor íntimo. Y ese grito se ha convertido en una novela amarga y lírica a la vez, dura y llena de poesía, con un lenguaje tierno que es como una carícia que desde Barcelona se alarga hasta Jericó. Una novela que cruza muchas vidas tejidas con el hilo la experiencia de Àngel en aquellos días y su relación con la educadora Consuelo Marín "la del hablar poético", convertidos ambos en personajes literarios. A Àngel le llamaba Kalimán uno de los muchachos, porque en el poco tiempo que estuvo con ellos alimentó su alma con el espíritu de lucha y superación de los pelaos.
He disfrutado y he sufrido leyendo la magnífica prosa de mi compañero de letras. No podía ser de otra manera. Este libro deberían leerlo todos los jóvenes y los que ya no lo somos. Àngel se transfigura en Santiago, un entrenador de bàsquet que va a Medellín con una misión: "Llegué a Medellín buscando a Adrián y conocí a Nahum, a Hernán Darío, a Jonathan, a Víctor Manuel, a Fernando, a Juan Esteban, a Rubén Darío, a Wilinton, a Douglas, a José Daniel, a Ángel Antonio, a Julio y a Fabio. En Barcelona yo soy Santiago, pero aquí, en la Fundación Faro de Jericó, soy Kalimán, el héroe que escucha las historias reales de unos muchachos heridos, maltratados, desterrados de la buena vida. No se puede borrar lo vivido, y aprender a caminar de nuevo no es tarea fácil. Pero los pelaos de Faro también son Kalimanes, han abandonado la calle y las drogas y el malvivir para empezar a mirar el futuro con esperanza. Por todos ellos, Kalimán nunca se rinde."
La novela, publicada por la Editorial Bambú tiene unas cubiertas ilustradas por David de la Heras en la que un niño vuela como soñando por encima de los árboles. En su camiseta el dibujo de Kalimán.
La cubierta está inspirada en un pasaje de la novela donde Santiago se despide de Julio, uno de los pelaos: "Eligió un mirador con una sencilla barraca de madera en la que vendían refrescos. Una barandilla era la frontera entre nosotros y el paisaje abrumador que se desplegaba a nuestros pies. Contemplé los valles, las laderas, las cimas de los montes. Abajo, en un amasijo feliz de verdes, se extendían cerros, bosques y arboledas.
Le pregunté a Julio si, en caso de tener alas y poder volar, preferiría lanzarse desde el mirador hacia el cielo o si planearía como un águila hacia abajo, hacia el verde de las copas y los valles.
-Yo me tiraría en picado sobre los arbolitos -contestó sin dudar ni un segundo-. Buscaría una rama bien rica y construiría mi nido. Para que no me moleste nadie.
-¿Te quedarías solo? ¿Otra vez solito allá arriba?
-Sí, cierto. Solito. Como siempre. Ya estoy acostumbrado. que no me moleste nadie."
Àngel Burgas dice de sí mismo en el libro: "Escribo para jóvens y para adultos. Soy licenciado en Bellas Artes y durante unos años compaginé la pintura con la literatura y la docencia. Viví dos años en Berlín, ciudad a la que vuelvo periódicamente. Mis historias suelen abordar temas sociales como la inmigración, la diversidad y la justicia. Pertenezco al consejo de redacción de la revista sobre literatura infantil y juvenil Faristol y soy uno de los integrantes del bloc sobre LIJ "Llibres al replà". He recibido varios premios, entre los que destacan el Folch i Torres, el Joquim Ruyra y el Serra d'Or."
Pero si queréis profundizar en la figura del escritor, solo tenéis que hacer clic encima de su nombre. Veréis que tiene una amplia e interesante carrera literaria.
Després de llegir el teu comentari al llibre d'Àngel Burgas, recomanarem Kalimán en Jericó. La realitat pot ser incòmoda, però no ha de fer por sinó alliberar les consciències adormides.
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